Escultura por la viva y deliciosa impresión que hacen en los ánimos las imágenes que se presentan al alma por la vista, tanto más tristes y perniciosos efectos obra el desvergonzado e insolente abuso de ellas. Por eso no sólo los Padres de la Iglesia, sino aun muchos filósofos del Paganismo declamaron alta y gravemente contra las Pinturas y Estatuas inmodestas y provocativas; ¡abuso atroz, horrendo, detestable! Pinceles hay que destilan ponzoña; cinceles y buriles que parecen escoplos del infierno. No es cargo de las Artes, en sí nobles, castas y decentes: nada peor que la corrupción de lo mejor. Y este infame abuso es más execrable entre nosotros, por estar la Pintura y la Escultura casi enteramente consagradas a la Religion. Un pincel que pintaba un Dios crucificado, una Reina purísima de las Vírgenes, se envilecerá luego, y se prostituirá a imágenes... ¿Qué será, pues, pintar, esculpir o grabar con arrojo sacrílego las imágenes de los santos y santas que se exponen para culto, ¿qué será, digo, pintarlas licenciosamente? No, no se halla vocablo que explique por entero tan gran maldad».
Lo que de verdad he extrañado yo en nuestra antigua escuela es que se hubiera encerrado totalmente dentro del género religioso y no hubiese tocado ninguno otro, cuando para ello no podían faltarle ni ocasiones ni inspiración.
Cosa es en efecto digna de reparo. Al paisaje, por ejemplo, que es tan bello y gentil ramo de pintura, se