que hayamos perdido el tiempo, comparando lo que es ahora la Academia con lo que era doce o catorce años atrás; cierto es que la protección que se le ha dispensado y los auxilios con que se le ha acudido merecen el nombre de regios. El soberano más dadivoso y más aficionado a las nobles artes, en igual tiempo, no hubiera hecho en México más de lo que se ha hecho por este establecimiento, el cual entiendo que en las Américas no tiene hoy competidor, y en cuanto a la manera con que se trata y favorece a los alumnos, en Europa misma hay pocos que se le igualen.
Yo también espero que las obras de los artistas que en la Academia o bajo sus auspicios se han formado aquí y en Italia no sólo mantengan, sino que aumenten el lustre de nuestra escuela. Los nombres de , , , Flores, Ramírez, Sagredo, Monroy, etcétera, no quedarán oscurecidos al lado de los de Echave, Juárez, Arteaga, Rodríguez, Ibarra y Cabrera. Además, en favor de los primeros se notará siempre la superior instrucción, el conocimiento más fundamental del arte, un gusto formado con la vista y el estudio de los más excelentes modelos que conoce la pintura. Ahora lo que importa es que no les falten ocasiones de mostrarse.
Es precisamente lo que temo que suceda. Has hablado de la falta que hace a la pintura la ocupación religiosa y en eso México ha seguido una ley general, pues