incorrecciones de dibujo que en ellas se observan y que a la verdad son de extrañarse en una persona tan académica, hay la circunstancia de que su colorido es poco agradable y de que no concluía ni afinaba sus cuadros, sino que daba sólo algunas pinceladas fuertes, buscando por ese medio el efecto.
Ése era el estilo que dominaba en España en la época en que él se formó, época que no es de la que más puede gloriarse nuestra escuela. Yo no alcancé los frescos que mi antecesor pintó en la capilla del Señor de Santa Teresa porque llegué á México el año de 1846, pero a juzgar por los de Catedral, creo que tiene razón el señor don Joaquín, vale aquello más que sus obras de caballete. La mejor que de esta clase he visto es una Purísima grande que hoy posee el señor Escandón y fue pintada originalmente, según me han dicho, para el señor Pérez, obispo de Puebla. Aunque la traza general de la composición tenga valentía y acuse ser de un autor hábil y experto, hay faltas de dibujo que hieren la vista y disminuyen el efecto. Pero dejando a Ximeno, quisiera oír del señor Couto cuál fue en su juicio la segunda causa que hubo para que la pintura decayera en México hacia la época del establecimiento de la Academia.
Haberle faltado la ocupación que le daba la Iglesia. Recuerden ustedes que bajo sus alas nació en el siglo XVI y que ella la alimentó y sostuvo en los dos siguientes.