empresas cuatro veces más laboriosas que aquella? Es necesario ver sus dos colecciones para apreciar todo lo que en ellas tuvo que hacer. Paréceme que nuestro artista pintaba cuadros como en el siglo anterior componía comedias.
Pues a fe que a Cabrera no puede aplicarse lo que aquel esclarecido ingenio decía de sus piezas:
siempre ocupado en fábulas de amores;
así grandes pintores
manchan la tabla aprisa.
Lo que Cabrera nos ha dejado en sus tablas no son manchas, hablando en lo general, sino claros destellos de luz que todavía hoy enamoran nuestros ojos. Por lo demás, la celeridad con que despachaba sus encargos, creo que en parte puede atribuirse a otra causa. He oído decir que tenía un gran taller, un verdadero obrador, en que pintaban con él porción de oficiales y aun algunos de los maestros más formados de la ciudad. Naturalmente todos pondrían las manos en las obras que se le pedían; de manera que éstas, más que de un artista, podrían decirse de una escuela.
Yo también he oído contar eso que dices, y en efecto sabemos que algunos pintores tan hábiles como y Arnáez estaban a su lado. Hay, sin embargo, una circunstancia en que debe repararse y es la unidad de