varias de las figuras y las echó a perder del modo más lastimoso. Quedan sólo algunas intactas y por ellas puede juzgarse de lo que era la obra en su estado original. El rancio de los colores me hace creer que fue anterior al siglo pasado. Nuestro amable amigo don Urbano Fonseca, más paciente que yo, ha influido para que esa bellísima ruina (que así puede llamarse) pasara a la Escuela de Medicina, donde actualmente se halla.
Lo que usted cuenta de ese cuadro me recuerda el dicho de un inteligente: más obras han estropeado los restauradores que la mano del tiempo.
Ibas a enseñarme algo de Rodríguez Juárez. A uno de ellos conozco desde que en años pasados vimos juntos tú y yo alguna cosa de su mano que nos llamó la atención en el Colegio de Tepozotlán, antiguo noviciado de jesuitas. Del otro no tengo noticia.
Pues comenzaré por ese otro. Era presbítero y se llamaba Esta santa Gertrudis que ves aquí ofreciendo su corazón al Cristo crucificado, que está sobre el altar, fue pintada por él en 1690, según consta de la firma que se lee abajo. En los claustros de la Profesa hay obras suyas, que no abundan mucho en la ciudad, quizá porque siendo clérigo no tenía de oficio la pintura y sólo