la data de 1665. Pero no parece del mismo autor que los que vimos antes.
Es en efecto del segundo pintor de ese nombre, así como el martirio de san Pedro de Verona, que está al lado, y los cuatro evangelistas chicos que hay abajo. El entierro se adquirió de la iglesia que llaman del Hospital de Texcoco, los demás nos vienen de la Colegiata de Guadalupe, cuyo cabildo los donó a la Academia. Sospecho que este pintor pudo ser hijo del primer Baltasar de Echave no sólo por llevar su nombre según el uso de las familias entre nosotros, sino porque algún biógrafo del padre dice positivamente que no sólo su mujer, sino también sus hijos eran pintores.39
La diferencia del estilo entre los dos se echa de ver luego. El Viejo atildaba y concluía perfectamente sus obras, en las cuales resplandece por otra parte un excelente gusto y buena ciencia del arte. Este segundo era pintor de efecto que daba golpes fuertes y no se cuidaba mucho de acabar. Aun se observan incorrecciones de dibujo que con un poco de atención se hubieran evitado, como la que hay en este brazo que cuelga del Salvador muerto. Sin embargo, la obra en totalidad hace impresión y manifiesta venir de una mano franca, capaz de ejecutar buenas cosas cuando se detenga a estudiarlas. Hay aquí rasgos que recuerdan la pintura grasa y vigorosa de Arteaga en el santo Tomás de la iglesia de San Agustín.