pincel famoso de Baltasar de Echave»,30 y efectivamente alguno de los cuadros está firmado con su nombre. A primera vista yo los atribuía más bien al segundo Echave, pero como el texto del cronista, que debió ser contemporáneo de éste, parece referirse al Viejo, habrá que decir o que la obra se trabajó originalmente con menos cuidado que otras, o que ha sufrido más por el desabrigo del lugar donde está, o finalmente que algún retocador puso en ella su mano indocta. En poder de particulares hay también pinturas de Echave de que he visto algunas. Por último, si (como lo creo) son suyas una santa Cecilia que hay en San Agustín y una Sacra Familia en la Profesa, aunque no tienen su nombre, serán de las mejores obras de nuestra antigua escuela por la graciosa invención y la pureza de estilo que en ambas resplandecen. Santa Cecilia, con un rico vestido, está arrodillada mirando a los cielos, un ángel baja a ceñirle una corona de rosas blancas, otro gallardísimo ángel, al lado opuesto, le da música sentado delante de un órgano; arriba hay un rompimiento de gloria, en la cual se descubre una devota Virgen con el niño en los brazos, puesto en pie y de frente. En la Sacra Familia está arriba el Eterno Padre. Abajo, en primer término, la Virgen y san José, cuya figura es muy gentil, llevan por las manos al niño, vestido no con los pobres paños del hijo de un artesano, sino con magnífico ropaje, como un príncipe real. Su semblante, de una lindeza y expresión singulares, recuerda el cantar de fray :
Está mirando a lo alto y fija sus ojos en la paloma blanca, símbolo del Espíritu Santo, que baja por los aires