conocidas.25 La animación en las letras no debía ser corta cuando, en uno de los certámenes poéticos que por entonces hubo, se presentaron hasta trescientos autores aspirando al premio.26 Yo bien sé que no habría en México trescientos poetas que mereciesen tal nombre, pero siempre será cierto que había ese número de personas que cultivaban la poesía y se ocupaban en ella. México, bajo todos aspectos, era para aquellos tiempos una ciudad animada, lujosa, galana, que daba golpe a quien llegaba a verla y que merecía que un contemporáneo, uno de los que descollaban en esas justas poéticas, le dirigiera en 1603 este saludo:
¡Oh ciudad bella, pueblo cortesano,
primor del mundo, traza peregrina,
grandeza ilustre, lustre soberano;
fénix de galas, de riquezas mina,
museo de ciencias y de ingenios fuente,
jardín de Venus, dulce golosina,
del placer madre, piélago de gente,
de joyas cofre, erario de tesoro,
flor de ciudades, gloria del Poniente,
de amor el centro, de las Musas coro,
de honor el Reino, de virtud la esfera,
de honrados patria, de avarientos oro,
cielo de ricos, rica primavera,
pueblo de nobles, consistorio justo,
grave senado, discreción entera,
templo de la beldad, alma del gusto,
Indias del mundo, cielo de la tierra:
todo esto es sombra tuya, oh pueblo augusto,
Y si hay más que esto, aún más en ti se encierra!27