mal no recuerdo, en el libro en que explica sus artes, dice que la historia y la pintura son dos cosas que no pueden separarse en las antigüedades mexicanas, porque no había otros historiadores que los pintores ni más escritos que las pinturas para conservar la memoria de los sucesos. Los dogmas y ritos religiosos, los reyes y hombres distinguidos, las peregrinaciones de las tribus, las guerras y vicisitudes que tuvieron, sus leyes, sus noticias astronómicas y cronológicas, las poblaciones, los distritos y costas, los tributos, los títulos de dominio, todo estaba representado en pinturas de formas desproporcionadas e irregulares, lo cual provenía, en su juicio, de la prisa que se daban en pintar, y de que atendiendo sólo a la fiel representación de las cosas, es decir, de la idea o pensamiento, descuidaban la perfección de la imagen, contentándose a veces con dar únicamente el contorno.3
Ya supondrán ustedes que la regularidad y belleza de la figura es lo primero para un artista y que a sus ojos serán siempre repugnantes las pinturas deformes, aunque puedan hallarse ingeniosas explicaciones del origen de la deformidad. Esas explicaciones dirán por qué existe, pero no la hacen desaparecer. Mas lo que ahora querría yo saber es si quedan noticias de la traza que los mexicanos se daban para pintar.
Lo hacían sobre tejidos de filamentos de maguey o de ixtle,a sobre pieles adobadas y sobre papel fuerte.