de Paredes en 1680 y cuya pomposa descripción nos ha dejado don Carlos de Sigüenza en el Teatro de virtudes políticas. De dice que sólo era inferior a los antiguos en la edad y que a retratos hechos por él no faltó quien los saludara como vivos. Igual le parece Alvarado en la valentía del dibujo y en la elegancia del colorido.40 Pero hay que recordar que aquel erudito escritor era inclinado como pocos a la hipérbole. También debieron existir hacia la misma época José Torres y Manuel Orellano, a quienes sólo de nombre conozco. De un Diego Casanova he visto una Purísima de 1664, mediana; de Juan de la Plaza, sin fecha, varias obras, un poco extravagantes; y de Nicolás Correa una santa Rosa de 1691. Por aquel mismo tiempo, o muy poco después, debió vivir Manuel Luna, de quien se dice que tenía alguna franqueza de ejecución y regular dibujo. Yo no he visto obras suyas.
Ahí enfrente tienen ustedes otro Correa, Juan, en aquella santa Bárbara que no carece de agrado. La figura es digna, el colorido templado y el dibujo no parece malo.
Ese cuadro nos viene de la Profesa, donde queda otro que de buena gana habría yo traído también, y representa a san José llevando de la mano al niño. De cuantas obras de han pasado por mis ojos, dentro y fuera de la ciudad, que han sido bastantes, tal vez