Dije, en efecto, que por el Santo Cristo que está en la sacristía de la Colegiata de Guadalupe consta que trabajaba en 1643 y ahora añado que era notario de la Inquisición. Esta circunstancia puede explicar la escasez de pinturas suyas: los quehaceres del empleo no le dejarían tiempo para ejercitar el arte, pues cabalmente existió en la época en que el tribunal desplegaba más que nunca su temible actividad.38 [57] Además, no necesitaría, como otros, subsistir de la pintura. Yo no he logrado ver más obras suyas, bien auténticas, que esa que está ahí, la de la sacristía de Guadalupe, y un insigne santo Tomás, metiendo la mano en la llaga del costado de Cristo, que hay en el presbiterio de la iglesia de San Agustín, sobre la puerta que da a la sacristía.[58]
Pues a fe que si por ésta del desposorio hemos de juzgar de su habilidad, debemos sentir que el señor notario no se hubiera dejado los procesos, los expedientes y toda la balumba de papeles de la notaría para darse exclusivamente al pincel y los colores.
La composición, aunque sencilla, está bien ideada. Un pontífice colocado en el centro toma con una de sus manos la de la Virgen y con la otra la de san José para unirlas. Algunos ángeles animan la escena y se


