basta un hecho: el punto en que al romper el siglo siguiente encuentro la pintura en manos de Baltasar de Echave. Y como al mismo tiempo que él florecían aquí otros pintores de mérito, tenemos ya en esa época, es decir, de 1600 para adelante, una escuela formada, la cual forzosamente ha de haber tenido sus precedentes naturales. Para llegar adonde aquellos hombres estaban, ha debido antes trabajarse mucho.
No puede causar extrañeza que la pintura hubiese andado largo camino en el tiempo corrido desde la conquista hasta 1600 porque en todas las artes y en todas las cosas sucedió lo mismo. Paréceme que nosotros ni estudiamos ni apreciamos cual debiéramos aquel periodo clásico de nuestra historia, que fue en el que se formó la nación a que pertenecemos. Es necesario recordar que lo que se llamó imperio mexicano corría poca tierra desde la capital hacia el norte y poniente, es decir, hacia las fértiles, ricas y dilatadas regiones que componen la mejor porción de nuestro territorio. Tuxpan en el litoral del Golfo, Tulancingo y Tula en la tierra de acá formaban la barrera que lo ceñía por la banda del norte, hacia poniente, partía términos en con el pequeño reino de Michoacán y sobre la costa del Pacífico no avanzaba más allá de Colima.24 Dentro de estos lindes estaba encerrado lo que podía llamarse civilización indiana; en todo el resto del país vagaban tribus bárbaras, sin gusto de humanidad, al decir del cronista Herrera, parecidas a los salvajes que talan ahora nuestra frontera; gentes sin artes, sin gobierno, sin