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del arte, sino en la forma en que divide la escuela mexicana de pintura en tres caminos; el primero abierto por Baltasar de Echave, con una dirección como la que «seguían los que en Italia se llaman cincocentistas, es decir, los de la escuela de Rafael y demás del Renacimiento [ ...] representante del primer periodo, no sólo por ser el más antiguo y de consiguiente quien marcó la senda, sino porque reúne en grado superior las cualidades que caracterizan ese periodo». La siguiente también representada por otro pintor, Sebastián de Arteaga «que tentó otra vía, no resueltamente y desde sus primeros pasos, son por grados…» y «Al concluir el siglo, Juan Rodríguez Juárez abre un tercer camino, y adopta un nuevo estilo…»

Después de que el desarrollo de la escuela mexicana ha sido dividido progresivamente se dan las principales razones de su decadencia: la aparición de la Academia de San Carlos (la segunda en estas tierras si consideramos como primera la creada por los pintores Ibarra, Cabrera, etcétera); la falta de mecenazgo religioso y, derivada de ésta, la falta de aplauso y reconocimiento por no estar expuesta públicamente.

Lo más sorpresivo de estas tres causas de decadencia es la imputada a la Academia de San Carlos, sobre todo cuando Clavé y Couto participan en la reestructuración de la misma y han defendido los valores académicos. Clavé reacciona de inmediato y atribuye prestigio y genio a los pintores (en especial a Ximeno y Planes) que formaron la Academia ilustrada, logrando con esta defensa salvar a la institución en general, y lo que representa, pero no dice nada en particular de la antigua Academia de San Carlos.

Couto continúa su participación en la conversación para damos la clave de sus reparos, los cuales se encuadran en un pensamiento de más amplio respiro, bastante alejado de lo que podríamos suponer es un ataque a la institución. Este pensamiento se puede resumir como sigue: existió una antigua y preclara escuela de pintura mexicana, su existencia e importancia se ha probado a través del Diálogo, sobre todo por considerarla nacional, por tanto era deseable que la escuela formada en ese momento en la Academia de San Carlos, con Couto y Clavé a la cabeza, heredara esa luminosa situación. Por esta razón es que el periodo neoclásico de la Academia de San Carlos tendría por fuerza que ser una edad oscurantista, una verdadera Edad Media, los años intermedios entre una y otra escuelas antigua y moderna, puesto que sólo habiendo decadencia podía existir un renacimiento.

Recordemos que entre las lecturas de Couto se encontraba Vasari, del cual, en parte, había heredado la división de la historia en edades, un concepto biológico del desarrollo artístico e incluso esa particular forma de ver el pasado inmediato como decadencia. La Academia reinaugurada en 1843 vendría a ser el verdadero renacimiento de aquella antigua y gloriosa escuela colonial.

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2025 Diálogo sobre la historia de la pintura en México. HD LAB Biblioteca digital. ISSN 3072-7715. CC BY 4.0

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