Echave, la segunda iniciada por Sebastián de Arteaga y la tercera a partir de Juan Rodríguez Juárez, para finalizar con una larga etapa de decadencia. Es interesante señalar que aquí vuelve a coincidir con Winckelmann, quien también dividió su Historia del arte griego, y después la del arte moderno, en cuatro periodos, considerando el último como de decadencia. Couto seguramente recibió influencia del historiador alemán, pero sus lecturas de Vasari, de Vico o de Gibbon tuvieron también algo que ver con esta concepción del progreso biológico por etapas seguidas por la decadencia. Couto hace evidentes sus fuentes al dividir y al calificar estas etapas, como cuando habla del primer periodo formado por pintores de principio del siglo XVII, que culmina con la figura de Echave. Al referirse a este periodo hace una larga digresión de lo que era México y habla de su extenso territorio, quizá a causa de la reciente pérdida, y añade: «Paréceme que nosotros ni estudiamos, ni apreciamos cual debiéramos aquel periodo clásico de nuestra historia que fue en el que se formó la nación a la que pertenecemos».79 Asombrosa declaración para un académico del siglo XIX ya que por primera vez se califica de «clásico» al siglo XVII mexicano y adelantándose a nuestra época reconoce además que fue en el periodo colonial y en ese siglo cuando empezó a fomiarse la nacionalidad.
Respecto de las etapas pictóricas es claro que cree en un progreso, y parecería que a diferencia de la historia política este progreso fue lineal y no circular; por eso cuando habla de los Rodríguez Juárez afirma: «dieron principio a una nueva edad de la pintura entre nosotros», y significativamente, al acercarse al momento de la decadencia en el cual Winckelmann colocaba su estilo imitativo, Couto explica que debido al exagerado uso de la copia de grabados se produjo mucho en aquella hora luminosa, pero también se inició el decaimiento.
Al destacar esta escuela y considerar que en uno de sus periodos se formó la nacionalidad, no puede más que agregar por boca de Pesado: «Mala vergüenza era para la Academia que no se encontrase en ella recuerdo alguno de la antigua escuela mexicana, en la que por cierto no faltaron hombres de mérito».
Siguiendo su concepto progresivo del arte, a estas tres etapas y un decaimiento Couto agregó una «prehistoria», que estaría formada por dos etapas más: una considerada «la infancia», representada por el mundo indígena, y la otra, la etapa del «aprendizaje», que sería el mundo misional; ambas separadas de las etapas siguientes por no producir verdadero arte. Conviene detenerse sobre este punto.
Couto como sus amigos Carpio y Pesado tenían una gran debilidad por los estudios sobre el Oriente, en particular los referentes a la Tierra Santa
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