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abandonando desde luego el sistema vasariano de la historia por biografías.

Luigi Lanzi tuvo tres objetivos al escribir su Storia —los cuales se hermanan con los que tuvo Couto—: dar a Italia una historia de su pintura, reconocida como escuela, que desde otro punto de vista diera cuenta de su grandeza, concepción que como ya vimos aparecía en Couto, es decir, el arte como ingrediente de la grandeza; buscar las razones del progreso y la declinación de un arte, idea siempre presente en el concepto de escuela ya que ésta se forma, se desarrolla, crece y decae, lo que Couto, comp veremos más adelante, también buscó en su Diálogo, y dar una síntesis histórica fundada en el conocimiento de las fuentes y de la obra misma, para contribuir a la formación del «conocedor de arte», lo cual Couto cumplía cabalmente, no sólo al usar la forma del diálogo, sino al llevar a cabo un recorrido de las galerías de la Academia que ya de por sí tenían como objetivo la enseñanza.78 Sólo con la conformación de una bien defínida escuela nacional se podría hablar del arte en cualquier parte del mundo.

Couto fue uno de los primeros que aceptó la existencia de una «antigua escuela mexicana» reconociendo así en las producciones coloniales no sólo obras de evidente calidad, sino destacándolas como un todo coherente, con una unidad evidente y un estilo identificable. Esto es, a pesar de reconocer que esta escuela mexicana nace de la escuela española, acepta que se desarrolla en estas tierras con plena autonomía y conservando sus peculiaridades. Este decantar, que es lo peculiar de la escuela mexicana, se muestra en el Diálogo, y culmina en la síntesis estilística que da Clavé: «La prenda que generalmente caracteriza a la escuela toda es la suavidad y blandura que parece inspirada por el dulce ambiente que en este país se respira, y que copia bien la índole de sus habitantes». De nuevo con ecos winckelmannianos respecto de la relación del ambiente del país con la producción artística, se decide que la blandura y suavidad son el elemento clave de su estilo, y a ello se añade un colorido particular que se va heredando de maestro en maestro; por último, se agrega una característica más, el decoro: «fue tan mirada, tan púdica que será cosa rara encontrar obra suya [de la escuela] que ofenda a la vista»

A estas tres características se podría añadir la insistencia en el tema religioso, que aunque no se trata directamente como ya observamos, se alude cuando se cita a Antonio López Portillo que destaca: «por estar la pintura y la escultura casi enteramente consagradas a la religión» o cuando al hablar de otros géneros como el paisaje y el retrato se dice que la pintura parece: «se hubiera encerrado totalmente dentro del género religioso».

Mantenido por mtravelo

    


2025 Diálogo sobre la historia de la pintura en México. HD LAB Biblioteca digital. ISSN 3072-7715. CC BY 4.0

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