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Mengs, pero también a definir un estilo y una época precisos, cosa que nunca antes se había hecho con la pintura colonial mexicana, lo cual no era poco en relación al momento y al material con que se contaba.

Estas particularidades, que podían definir un estilo o decidir si un objeto era artístico o no, no tenían limitaciones en cuanto al tipo de arte al cual se aplicaban, fuera éste poesía o pintura; se presentaban así paralelismos interesantes que nos hacen ver un patrón universal en los juicios sobre el arte. Esto queda por demás explícito cuando Couto escribe la biografia de su amigo el poeta Manuel Carpio en donde analiza las características de su poesía, las cuales de alguna forma se hermanan con las antes anotadas para la pintura, y estudia otras que no fueron señaladas en forma tan explícita en el Diálogo, y aclaran lo que Couto esperaba del arte de reproducir imágenes, ya fuera poética o pictóricamente.

Couto, al referirse a la poesía de Carpio, dice:

La primera muestra de talento de un autor está en la elección de sus asuntos […] Cuando no los toma de la esfera religiosa, ocurre a los sucesos clásicos de la historia y a los grandes caracteres que en ella se presentan. Si se examina luego el modo con que los desempeña, en la construcción material de los versos nada hay que reprender, porque siempre tienen numen y plenitud. En todas sus composiciones […] la rima en sus manos es fácil, variada y rica […] Por lo que toca al estilo es siempre limpio y claro y con tanto empeño buscaba esa dote, que el ansia de obtenerla le hizo caer en uno de los pocos defectos que en sus escritos se notan y es que a veces desciende casi al tono de la prosa, y por hacerse perceptible a todos, abandona la locución y los giros propios del lenguaje poético. No le falta entonces la valentía en la idea, sino solamente en el instrumento de la enunciación. En cuanto al fondo de la composición, él se había formado esta teoría del arte: pensaba que la poesía se encierra toda en imágenes y afectos y que el pensamiento propiamente dicho pertenece a otra esfera: la de la filosofia. Las imágenes poéticas en su sentir, son los objetos o grandes o bellos que ofrece el mundo visible, la naturaleza material; los afectos son con preferencia a cualquiera otros la compasión y el terror, los mismos que constituyen el caudal de la tragedia […] Pero dio en dos escollos: el primero cierta monotonía que reina en sus composiciones, las cuales parecen todas como vaciadas en un molde, porque en todas juegan unos mismos objetos y unas mismas pasiones; el segundo, que ese corto número de imágenes y afectos está derramado profusamente en cada composición, en términos de que hay pocas a las que no pudiera cercenarse algo, sin que haga falta, porque realmente es exuberante. Este segundo vicio lo echaba de ver él mismo y reconocía sin empacho que pecaba del defecto que Ovidio: sobra de ornato.75

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