sólo para reconocer «la bondad física» de los objetos, sino también para crearlos.
Cuando la crítica moderna se refiere al Diálogo de Couto, por lo general nombra a todas estas caracteiísticas de pasada, señalándolas como las naturales de un arte academicista del siglo XIX, falto de imaginación y demasiado apegado a las reglas, y por lo tanto monótono; pero no se advierte que estos aspectos se aplicaban a un conjunto de obras en su mayoría del periodo barroco, que; en consecuencia no pertenecían a la época académico-clasicista; para Couto y sus contemporáneos, estas categorías eran un buen instrumento para el reconocimiento del arte. Además, este procedimiento estaba sancionado por el mismo Winckelmann, quien las nombraba y utilizaba no sólo en la Disertación, sino también en su Historia; con esos elementos —al igual que Couto— reconoce lo bello en las obras estudiadas.
Winckelmann consideraba que entre las artes la pintura era la más dificil, aunque en todas existía el mismo problema: «la prueba de que lo bello exista es difícil en todas las artes y aquí vale el principio de que nada es más difícil que la prueba de la verdad evidente la cual por cualquiera puede ser comprendida con la ayuda de los sentidos».74 La enumeración y búsqueda de estas características captadas a través de los sentidos en una pintura y a su vez también aplicables a la creación, no cumplían sólo con una función descriptiva, sino servían para probar la existencia de la belleza, como forma de caracterizar a un objeto artístico. Percibir lo bello y mostrar que existía en una pieza se lograba reduciendo o traduciendo en características; nuestras sensaciones o gusto eran una especie de cánones que tenían como virtud la doble función de identificar el arte en las obras del pasado, pero que también podían ser usados para enjuiciar a sus contemporáneos o, aún mejor, como guía para hacer arte.
Por otra parte, estas características podían, al ser aplicadas en una obra, destacar rasgos particulares que repetidos en otra comenzarían a definir un estilo, concepto necesario para formar una escuela. Su aplicación a las obras mexicanas del periodo colonial llevó a Couto a explicar que había un «sabor de obra mexicana», es decir, considera que existe un grupo de pinturas bien caracterizadas, por lo cual éstas pertenecen a un grupo preciso. En varias ocasiones se repite esta observación de Couto. Por ejemplo, en una nota de su texto dice: «pero ninguno presenta rasgos de la escuela mexicana» o más adelante: «pero vuelvo a decir que no tienen sabor de obra mexicana, y pertenecen a un periodo en el que el arte empezaba a introducirse en nosotros». En otras palabras, la enumeración de características lo lleva al concepto de sabor que sería equivalente al de «gusto» en
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2025 Diálogo sobre la historia de la pintura en México. HD LAB Biblioteca digital. ISSN 3072-7715. CC BY 4.0
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