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el tratamiento que hace de las obras de Vallejo), como medio de reconocer ciertas características, no sólo para definir el nuevo concepto de estilo, sino también para que mediante estos rasgos se comprenda lo que hay de bello en las obras y se defina el «gusto» o «sentimiento de la belleza» que privó en su ejecución, ambos necesarios para señalar el juicio de aprecio en ese momento.

Couto —como Winckelmann— cree que el sentimiento de lo bello se puede enseñar y practicar por medio de la frecuentación de las obras, por lo cual es necesario destacar las características que permiten reconocer lo bello en la pintura.

No podemos descartar que muchas de estas ideas hayan llegado a Couto gracias a la lectura de Sobre lo bello en general, del padre Pedro José Márquez, su maestro de juventud, aunque a fin de cuentas provengan de la misma fuente winckelmanniana. En la obra de Márquez se habla también de un sentido de la belleza —de las características que la definen y hacen reconocerla— y del gusto; Márquez decía:

Cuanto a los principios de lo bueno fisico, siendo así que éste consiste en la perfección propia de los objetos, lo que se requiere para discernirlos es, informamos de cuál sea la perfección a que pueda o deba llegar el tal objeto, esto es la que le convenga por naturaleza, si es natural, o según el arte, si es artificial. Y es decir, que las leyes de la naturaleza en aquéllos, y las reglas del arte en éstos, son los principios con que nos hemos de gobernar para el conocimiento de su bondad fisica.73

En el Diálogo Couto enumera estas reglas del arte a saber: imitación atenta del natural, un dibujo correcto y «valiente», ciencia en el manejo del claroscuro, correcta utilización de la perspectiva, acertadas proporciones, regularidad, armonía, «sabor de belleza y de gracia», utilización de la figura humana como prototipo de lo bello, utilización de ésta para expresar cualidades morales y afectos de ánimo (pero siempre alejada de todo exceso, e incluso de lo que podríamos llamar hoy expresionismo, ya que «aunque puedan hallarse ingeniosas explicaciones de la deformidad, esas explicaciones dirán por qué existe, pero no la hace desaparecer»), decoro, composición original, que es «el ápice del arte», elegancia en el colorido, utilización correcta de las reglas para agrupar, ejecución detenida y acabada, etcétera. Después de que a lo largo del Diálogo llama de diferentes formas a estas características de la buena pintura, puntualiza: «el talento de un artista está en saber usar las reglas». Es decir, éstas se dan a conocer no

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2025 Diálogo sobre la historia de la pintura en México. HD LAB Biblioteca digital. ISSN 3072-7715. CC BY 4.0

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