de lo que considera el mayor problema de la nación: la incapacidad de ésta para demostrar lo que podríamos llamar un desarrollo lineal, puesto que siempre regresa al mismo punto de partida. Así dice:
La obra que se nos encomendó por el supremo gobierno, fue en sustancia la de recoger los restos de un naufragio: al contar y examinar éstos, preciso es que se extrañen no pocas cosas que perecieron en la borrasca. Nuestro territorio ha sufrido una disminución considerable; algunos hermanos nuestros quedarán quizá fuera de nuestra sociedad política: estas pérdidas son de las más sensibles que puede tener un pueblo. Sin embargo, si se considera la extensión, las calidades y ventajosa situación del territorio que conservamos; si se recuerda, por ejemplo, que sola la Baja California es igual en tamaño a Inglaterra, y Sonora a la mitad de Francia; que dentro de nuestro suelo quedan ricos minerales de la cordillera, y los frutos de las dos zonas; que en ambos mares poseemos un extenso litoral, y que por él puede mantenerse un comercio provechoso con Europa, con América y con Asia; nos convenceremos de que si México no es algún día una nación muy feliz, y aun una nación grande, su desgracia no provendrá de falta de territorio. Plegue al Todopoderoso que la dura lección que acabamos de pasar, sirva para hacernos entrar en buen consejo, y curarnos de antiguos vicios. Sin esto, nuestra perdición es segura: por el camino que hemos seguido, se llegará siempre al punto donde estábamos hace pocos días, y no siempre será dado salir de él. México acabará, y acabará quizá en breve y con ignominia. Si este lenguaje pareciera áspero, nosotros hemos debido huir de toda lisonja, y decir a la nación la verdad pura y sin disfraz. Los aduladores de los pueblos han hecho en el mundo mayores males, que los aduladores de los reyes.30
Estas referencias al vicio del pueblo mexicano de caminar en círculos, de regresar a donde se había salido sin mejora ni provecho, nos muestran a un José Bernardo Couto desilusionado. Los días posteriores a la consumación de la Independencia cuando se adquirió «lo mejor que se posee», según palabras de Couto, son cosa del pasado, parecería que no se puede salir del remolino en el cual se ha caído. Couto, junto con otros como Alamán, participó de un mal generacional: la desesperanza; mal que ya se había empezado a sentir antes de la guerra con los Estados Unidos, pero que en ese momento aparecía agudizado. Aun así, muchos seguirán participando porque es el destino que les tocó vivir, tratarán por medio de su acción de modificar esto que parece imposible de cambiar y tratarán, como el mismo Couto decía, de «salvar algo de lo mejor de este naufragio que parece inevitable».
Varias generaciones de hombres habían gobernado y legislado, pero siempre se volvía al mismo punto. Quizá en algún momento, como hizo

