seno y a quien debe su establecimiento; que cuando ésta le ofrece poner un sello respetable sobre su acta de independencia, se niegue a aceptarlo; y que a su vez de esa última muestra de reverencia filial traiga por la mano un enemigo poderoso y lo introduzca a la casa paterna para hacer en ella todo género de males; es infortunio que acaso sólo México ha sufrido.26
Cuando se refiere al espinoso asunto de la pérdida del territorio nacional se vale de imágenes corno las siguientes:
Algunos han querido disputar la facultad de las supremas autoridades en la sociedad política para hacer cesiones territoriales; disputa vana, más propia del ocio de la escuela, que de las ocupaciones serias y de los pensamientos positivos de un hombre de Estado. Si se preguntase si una persona en sana salud tiene el derecho de hacerse cortar un miembro antojadizamente y sin necesidad, la pregunta se tomaría tal vez por signo de demencia en quien la hiciera; pero el instinto de la propia conservación ha dicho a todo el mundo, que cuando una parte no puede ya vivir con el resto del cuerpo sin peligro de muerte, es preciso salvar la vida separando aquella parte, por más dolorosa que sea la operación. En el caso concreto, cuestionar la facultad del gobierno mexicano para ajustar un tratado como el que se ha firmado, es en sustancia disputarle el derecho de disminuir los quebrantos de la nación; o en otros términos, es poner en duda su derecho de rehacerse por la única vía posible, de la porción más granada de lo que estaba perdido. y no importa que la pérdida se hubiese sufrido en una guerra injusta por parte de nuestros enemigos, pues no por eso dejaba de ser tan real y positiva como si la justicia toda hubiese estado del lado de ellos. Los tratados de paz tienen por esencia el carácter de transacciones; en ellos se prescinde de la justicia con que han obrado los contendientes; se toman los hechos tales como existen; y sin decidir sobre derechos anteriores, se ajustan amigablemente las diferencias, y se crean derechos para el porvenir. Obligación es de cada gobierno sacar en ese ajuste la condición más favorable que sea posible para su pueblo, atendidas las circunstancias, y ese deber lo ha llenado cumplidamente el gobierno actual en las órdenes e instrucciones que se ha servido darnos para el tratado convenido. Su alta misión respecto de la sociedad toda, era salvar a cualquier costa la vida, o llámese nacionalidad de ella misma, haciéndose al efecto los menores sacrificios posibles, es decir, conservando o recobrando lo más que fuese dable. Ponerle por condición necesaria qUe lo recobrara todo, sería exigirle que desbaratara en la negociación lo que estaba ya concluido en la campaña. Sería pretender una cosa injusta en todos los sentidos, Lo es en efecto rehusarse a salvar en un naufragio un cierto número de personas, por cuanto no hay arbitrio de salvar a todas las que amenaza la tormenta. Los habitantes mismos de la parte que no ha podido rescatarse en la negociación, tenían derecho, a nuestro modo de pensar, para exigir del gobierno que ajustase algún con

