El que hemos celebrado, representa, sin duda, una gran desgracia, la que han tenido nuestras armas en la guerra; pero creemos poder asegurar que no contiene ninguna de aquellas estipulaciones de perpetuo gravamen o de ignominia, a que en circunstancias tal vez menos desventuradas han tenido que someterse casi todas las naciones. Nosotros sufriremos un menoscabo de territorio; pero en el que conservamos, nuestra independencia es plena y absoluta, sin empeño ni liga de ningún género. Tan sueltos y libres quedamos, aceptando el tratado para ver por nuestros propios intereses, y para tener una política exclusivamente mexicana, como lo estábamos en el momento de hacerse la Independencia. La pérdida que hemos consentido en el ajuste de paz, es forzosa e inevitable. Los convenios de esta clase realmente se van formando en el discurso de la campaña, según se ganan o se pierden batallas; los negociadores no hacen luego sino reducir a formas escritas el resultado final de la guerra. En ésta, no en el tratado, se había perdido el territorio que queda ahora en poder del enemigo. El tratado lo que ha hecho es, no sólo impedir que crezca la pérdida, continuando la guerra, sino recobrar la mejor parte del que estaba ya bajo las vencedoras armas de los Estados Unidos: más propiamente es un convenio de recuperación que de cesión. Y en verdad es preciso tener gran fe en la fortuna para esperar que ese cobro, tan amplio como lo hemos pactado, pudiera haberse hecho por otra vía que la de las negociaciones, supuesto el punto infeliz a que habían venido a dar nuestras cosas.25
A pesar que dentro de la «Exposición» existen secciones muy técnicas como aquella en la que se fijan límites o se dirimen diferencias con los comisionados norteamericanos, en los asuntos más espinosos, en los que sabe Couto que los sentimientos de los mexicanos están a flor de piel y se corporeiza la sensación de derrota, sobre todo a través de las tierras perdidas, el lenguaje de Couto se transforma en casi coloquial y paternal; usa entonces imágenes literarias que dan cabal cuenta de lo que quiere explicar o da un toque sentimental a los asuntos políticos, como queriendo manifestar su solidaridad con todos aquellos que resultaron ofendidos, desposeídos o burládos, sabiendo que a través de este recurso literario todo mexicano entendería no sólo la situación sino la respuesta dada por medio de un tratado. Así explicó la situación texana que desembocó en la guerra con los Estados Unidos:
Pocos recuerdos son tan amargos para nosotros como el de concesiones de tierras en Texas, porque dificilmente se presentará ejemplo de que los beneficios y la munificencia hayan sido tan mal correspondidos. Toda colonia está destinada a adquirir temprano o tarde. su independencia, como a todo hijo le llega el día de la emancipación. Pero que una colonia profese sentimientos de positiva malevolencia hacia la nación que la acogió en su

