En realidad la desesperanza tenía su justificación pues no era poco lo que le había sucedido a la recién independizada república: el desorden político, el abuso de los caudillos, la pobreza, la economía en dificultades y sobre todo las guerras e intervenciones extranjeras. Sin embargo, conscientes del destino que les había tocado vivir, estos hombres no claudicaron.
A pesar del diagnóstico y del consecuente cambio de ideario político aquellos desengañados siguieron participando en el gobierno. Así, Couto fue ministro de Justicia del 14 de agosto hasta el 19 de octubre de 1841 ; en 1842 consejero de Estado, y en ese mismo año, miembro de la Junta Nacional Legislativa que ayudó a sentar las bases de la organización de la república.
Durante todos estos años, cual telón de fondo, se presentaban los problemas con la provincia de Texas y acto seguido la guerra con los Estados Unidos. Debido a ello, don José Bernardo Couto obtuvo una de las encomiendas más importantes de su carrera: participar, desde 1846 hasta 1849 junto con José Joaquín Herrera —expresidente de la república—, Ignacio Mora Villamil, Miguel Atristaín, Luis Gonzaga Cuevas, como comisionado en las negociaciones de paz ante los representantes del gobierno de los Estados Unidos. Cumplió un destacado y reconocido papel durante y después de la invasión en un cargo que, como dice José Rojas Garcidueñas, fue «la culminación de esas tareas al servicio de la República […], al menos por su gravísima responsabilidad y vinculación histórica…»17
Después de las difíciles negociaciones con el enemigo —que sería largo enumerar aquí—; de la interrupción de ellas; de nuestras derrotas militares; de la llegada de los norteamericanos a la mismísima capital y el izamiento de su bandera en el Palacio Nacional el 14 de septiembre de 1847; de la huida del presidente Santa Anna, y del establecimiento de los poderes en Querétaro con el general Anaya a la cabeza, el convenio que negoció esta comisión fue un tratado de paz, en el cual se concertaba particularmente la forma de salida del enemigo de nuestro territorio.
El 2 de febrero de 1848 se firmó en la ciudad de Guadalupe el tratado y poco después, el primero de marzo, salía a la luz el discurso titulado «Exposición de motivos presentada por los comisionados de México», que se considera con certeza como obra de don José Bernardo Couto, aunque evidentemente fue firmada por todos los comisionados.
Esta «Exposición» es quizá, junto con el Diálogo sobre la historia de la pintura en México, una de sus obras más acabadas; ambas estaban dirigidas al público en general, para ilustrarlo, y eran guiadas por un sentido de alto patriotismo y responsabilidad hacia la colectividad. Por esta razón nos detendremos en este discurso pues de alguna forma dio paso al Diálogo.

