de Couto y de varios de sus hijos, a quienes dejó bien establecidos, y entre los cuales debemos mencionar a los licenciados don José Antonio y don Pablo, fallecidos recientemente, y el ingeniero don Manuel y a don Bernardo, que viven todavía al publicarse estas líneas.
Sus restos fueron sepultados en el panteón de San Fernando y, exhumados más tarde, fueron depositados, y yacen ahora en unión de los de su esposa, que le sobrevivió diez y siete años, en el coro alto de nuestro Sagrario Metropolitano.
Las corporaciones científicas, la Academia de San Carlos, nuestro Foro, nuestra sociedad y sobre todo la patria, que se enorgullecía de él, sufrieron una gran pérdida con la muerte del señor Couto, y así lo proclamaron entonces aun los adversarios de sus ideas políticas, que siempre reconocieron en él a un sabio y a un ciudadano adornado de todo linaje de virtudes.
Abril de 1898
Mantenido por mtravelo
2025 Diálogo sobre la historia de la pintura en México. HD LAB Biblioteca digital. ISSN 3072-7715. CC BY 4.0
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