lógica y juiciosa prudencia, le daban grande autoridad y lo hacían el más a propósito para el desempeño de un cargo tan grave y difícil. Él, sin embargo, con la sencilla modestia que siempre le caracterizó, dijo al aceptar el nombramiento «Persuadido de que en la desgraciada situación en que se halla la República ningún mexicano puede negarse a prestar los servicios que por la autoridad pública se le exijan, acepto la indicada comisión y me presentaré ahora mismo a recibir las instrucciones que tenga a bien darme el Supremo Gobierno. En la suficiencia de las dignas personas con quienes el excelentísimo Señor Presidente se ha servido asociarme, libro toda la esperanza de un feliz resultado».
Como se sabe, esas primeras negociaciones de paz fracasaron por las excesivas exigencias del invasor y, después de varias conferencias celebradas con el comisionado norteamericano Trist, la comisión nombrada por nuestro gobierno puso punto a sus trabajos el 6 de septiembre del referido año de 1847.
Reanudáronse éstos dos meses y medio después, a mediados de noviembre, siendo presidente de la República el general don Pedro María Anaya y ministro de Relaciones Exteriores el célebre jurisconsulto don Manuel de la Peña y Peña. Por enfermedad del general Herrera y por haberse hecho
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2025 Diálogo sobre la historia de la pintura en México. HD LAB Biblioteca digital. ISSN 3072-7715. CC BY 4.0
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