Estudio introductorio
La generación del «desengaño y el abatimiento»
Como muchos hombres nacidos en México en la primera década del siglo XIX, don José Bernardo Couto sintió en carne propia el nacimiento de su nación. No fue sólo experimentar un sentimiento patriótico ante los acontecimientos, sino que entendió cabalmente los conceptos de patria y nación que ante sus ojos se estaban formando, ya que no sólo fue testigo, sino también partícipe en su creación.
Durante la lucha independiente él era muy joven para actuar, pero nunca manifestó añoranza por no haber estado con el movimiento armado pues, al ser un hombre de orden y de leyes, prefirió los lances legislativos y en ellos cifró sus mejores esperanzas y esfuerzos. Subrayando esta actitud, siempre consideró que el periodo más feliz y honroso de México fue aquel que siguió a la consumación de la Independencia, en el cual se concertaron tratados y convenios, y se empezó a legislar; así, al escribir años más tarde la «Exposición de motivos presentada por los comisionados de México», a propósito de los tratados de Guadalupe Hidalgo, decía: «Al recordar la obra que en siete meses se consumó en el año 21, la cordura y la sabiduría que presidía a las determinaciones, el pulso y buena traza en la ejecución, el valor que relucía en todos los lances, el feliz concierto y la unanimidad con que se iba al fin propuesto, es imposible no persuadirse de que el pueblo mexicano es capaz de cosas nobles y dignas».1
